Médicos Sin Fronteras suspende sus servicios en Haití

La ONG Médicos Sin Fronteras (MSF) anuncia la suspensión de sus actividades en la capital haitiana, Puerto Príncipe, por «la violencia y las amenazas» de la Policía de Haití.
La decisión se tomo después de que los agentes detuvieran en varias ocasiones sus vehículos y amenazaran directamente a su personal.
Según medios de Haití , los médicos «aceptamos trabajar en condiciones de inseguridad, pero cuando incluso las fuerzas del orden se convierten en una amenaza directa, no tenemos más remedio que suspender la admisión de pacientes en Puerto Príncipe hasta que se den las condiciones para reanudar nuestras actividades», ha declarado el coordinador general de MSF en Haití, Christophe Garnier.
«Cada día que no podemos reanudar nuestras actividades es una tragedia, ya que somos uno de los pocos proveedores de una amplia gama de servicios médicos que han permanecido abiertos durante este año extremadamente difícil. Sin embargo, ya no podemos seguir operando en un entorno en el que nuestro personal corre el riesgo de ser atacado, violado o incluso asesinado», ha lamentado.
Violencia en Haití
La ola de violencia en Haití alcanzó a los barrios acomodados de su capital Puerto Príncipe y sus residentes hacen llamados desesperados para contener la situación. Las evacuaciones de personal diplomático y ciudadanos extranjeros continua.
El lujoso barrio de Pétion-Ville en las periferias de Puerto Príncipe, la capital haitiana, cayó bajo la violencia que sacude al país con el ingreso de las pandillas a sus calles, que se habían mantenido ajenas a la crisis.
Medios de comunicación haitianos reportaron enfrentamientos entre pandillas que obligaron a los residentes a atrincherarse en sus casas, mientras en las calles de la comuna -donde están las sedes de 12 embajadas- se contaron al menos 15 cadáveres tras balaceras.
El barrio también alberga los hoteles de lujo de Puerto Príncipe, que el líder de las pandillas Jimmy «Barbeque» Cherizier amenazó la semana pasada, diciendo que iría a por los propietarios de establecimientos que escondan a políticos de la vieja guardia tras sus puertas.
“Cuando me levanté para ir a trabajar, me encontré con que no podía salir porque el barrio estaba en manos de los bandidos”, dijo Samuel Orelus.
“Eran unos 30 hombres con armas pesadas. Si el vecindario se hubiera movilizado, podríamos haberlos destruido, pero estaban fuertemente armados y no pudimos hacer nada”